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viernes, 17 de julio de 2009

Inodoro Pereyra

Inodoro Pereyra, así como Boogie (aka el Aceitoso) son 2 excelentes creaciones del negro Fontanarrosa.

En lo particular, para el día de hoy, traigo a cuento algunas de sus conversaciones, entre tantas de las que mantiene a diario Inodoro y su fiel amigo Mendieta:

— Dígame don Inodoro ¿usté está con la Eulogia por alguna promesa?
— Mendieta, uno se deslumbra con la mujer linda, se asombra con la inteligente... y se queda con la que le da pelota.

— Vago no, quizá algo tímido para el esjuerzo .

— Estoy comprometido con mi tierra, casado con sus problemas y divorciado de sus riquezas.

— ¿Y usted cómo se gana la vida?
— ¿Ganar? ¡De casualidá estoy sacando un empate!

— ¿No andará mal de la vista, don Inodoro?
— Puede ser. Hace como tres meses que no veo un peso.

— ¿Por qué esta agresión gratuita?
— ¡Si quiere se la cobro!
— La historia lo juzgará. Pero tiene el mejor de los abogados: el olvido.

Inodoro Pereyra

— Con la verdá no ofendo ni temo. Con la mentira zafo y sobrevivo, Mendieta.

— Eso de "hasta que la muerte los separe" es una incitación al asesinato.

— Acepto que la Eulogia es fulera, pero es de las que demuestran la belleza por el absurdo.

— Usté no está gorda, Eulogia. Es un bastión contra la anorexia apátrida.

— La Eulogia es, lejos, la mejor prienda que conocí en mi vida. Bien lejos... 20 ó 30 kilómetros. De cerca es así, jodida...

— Yo no quiero ser irrespetuoso, Eulogia, pero lo que ha hecho Tata Dios con usté es abuso de autoridá.

— La Eulogia es una santa. No como mi cuñada que sufre el Síndrome de la Abeja Reina. Se cree una reina y es un bicho.

— A veces la picardía crioya es sólo desesperación, Mendieta.

— ¡Mire esta vaca, Serafín! Musa inspiradora de miles de composiciones escolares... ¡Y ahora es acusada de traficante de colesterol por el naturismo apátrida! Nos da su leche, su carne, su cuero. ¡Lo quiero ver a usté haciéndose una campera de zapallitos!

— Soy crítico meteorológico, señor. La tormenta de anoche: "floja iluminación de los relámpagos, yuvia repetida, escenografía pobre y pésimo sonido de los truenos en otro fiasco de esta puesta en escena de Tata Dios. Una típica propuesta de verano, liviana, pasatista, para un público poco exigente".

— ¡No me diga que va a barrer, Pereyra! ¡La última tarea doméstica que hizo jué doblar una serviyeta!
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